Os traigo por fin la segunda entrega de la crónica de la Semana Santa de Cieza 2015 recien salida del horno. Disfrutadla.
Cuando el tintineo de las campanillas del palio se pierde en la quietud, la noche comienza, una noche que siempre es especial, la Noche de las noches. Jesús Sacramentado revive su noche de agonía en el monumento. Y es precisamente la Agonía de Jesús centro de la vida y monumento de la luz en esa noche. Por primera vez observo desde fuera de la Iglesia cómo se apagan las luces cuando el reloj se acerca a las doce. Las campanadas resuenan firmes bajo la luz de una clara y plena luna. Desbordan las escaleras nazarenos de negrura penitente, con una vela en su mano en símbolo de su alma orante. El retumbar del tambor sordo se va acercando y el resplandor de los débiles focos del trono va ganando terreno en el Arco. Se acalla todo murmullo ante la imagen del Cristo de la Agonía. Silencio bajo la luna. Un poema y una saeta. Una cruz perdiéndose con la estrechez de la calle del Cid.
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MARTES SANTO: AGONÍA
EN GETSEMANÍ
La
mañana de Martes Santo cualquiera puede acercarse a la Cochera para ver los
preparativos de la procesión. Flores, oliveras, la mesa de la Cena, túnicas de
todos los colores que algún rezagado todavía tenía que recoger. Una verdadera
algarabía cuyo único fin es que el acto del prendimiento salga perfecto.
Conforme se va acercando la hora, las puertas negras se vuelven a abrir,
mostrando los ya engalanados pasos de la Santa Cena y el Prendimiento. Es hora
de cargarse. Yo, cámara en mano, me encamino a la plaza para coger sitio.
Charlas amistosas entre fotógrafos, un retrato por un lado, “mira que foto me
ha salido” por otro, “a ver que pruebe luces”. Las ideas fluyen y los minutos
corren mientras las luces van cambiando según van necesitando los técnicos en
sus últimas pruebas. Cuando la última luz del día muere en el cielo primaveral
y las campanas de la Asunción marcan las nueve de la noche, una voz surge de
entre el público; los narradores este año comienzan su diálogo desde distintos
puntos, para ir a reunirse ante el escenario que conforma la fachada. Novedosa
también la decoración colocando en lugar del acostumbrado pórtico romano dos
oliveras y múltiples antorchas como si de Getsemaní se tratara. Suenan de nuevo
“las cornetas que llaman a reunión”, los clarines de la Convocatoria.
El
maestro lava los pies de sus discípulos para después partir el pan con ellos,
no sin antes revelar que el traidor está entre los convidados. Parten hacia el
huerto de los olivos. Jesús, orando suda como si fuera sangre a su padre
mientras sus discípulos duermen y un ángel le conforta. Por fin regresa el
traidor. Judas, con un beso, traiciona al Hijo del Hombre. La tensión, en
continuo crescendo desde que sonaran las cornetas, llega ahora a su punto
álgido. Tras el siempre apasionado sermón donde don Antonio nos comparaba con
el Agua Viva que el Señor ofrecía a la Samaritana, los armaos hacen acto de
presencia a través de la calle de la hoz. “Jesús sabía que la hora había
llegado”. Esa tensión electriza los músculos de todos los asistentes,
elevándose a la enésima potencia cuando el sacerdote grita con voz potente:
<<¡¡¿A QUIÉN BUSCÁIS?!!>> <<¡A JESÚS, EL
NAZARENO!>><> Un impactante redoble hace estremecerse
a todos los presentes. Las luces se apagan y el portón se abre para revelar la
imagen de Jesús Nazareno que sale al encuentro de sus captores. Es el momento
más impactante de toda la Semana. Esa tensión acumulada durante toda la noche
se rompe en un instante, estallando cual bomba. El Nazareno a paso ligero sale
del Getsemaní de Cieza escoltado por los Armaos.
¡Es la convocatoria!
Pregona a pleno pulmón
Jesús prendido ya viene
Por la calle del Dolor.
Lava los pies el maestro,
Parte el pan con amor
Y en una copa dorada
Ofrece la salvación.
Tierra, camino descalzo,
Después de anunciar traición,
No os durmáis, os lo ruego,
Permaneced de oración.
Llanto sangriento derrama,
Gotas de sangre y sudor
Un ángel viene y conforta
La agonía del Señor.
Acepta el caliz y vuelve
A la espera del traidor,
Sereno se muestra a Judas
El que besa al Redentor.
Toca corneta y anuncia
El redoble del tambor
Plumas que al huerto se acercan
Viene con fuerza y ardor.
Cristo pregunta calmado
“¿Quién es ese malhechor?
¿A quién buscáis?” Cuestiona
A ese que es su captor.
¡A Jesús, el Nazareno!
Y rompe el redoble un tambor
A oscuras queda la plaza
Cuando se abre el portón.
Es Jesús quién allí sale
Es el Buen Hijo de Dios
Que se entrega por Nosotros
Que se entrega por amor.
La pregunta les repite
Al soldado y al traidor
Consigue misma respuesta
De la boca del captor.
Ya se va Jesús Prendido
Se lo llevan al pretor
Al Sanedrín malhadado
A juzgarlo por su Dios.
Romance del Prendimiento
Antonio Jesús Hernández
17/04/2015
Una vez
pasa a través de la calle del Cid, el cortejo se normaliza. Los nazarenos,
impacientes en la placeta del Santo, ya están caminando cuando su Señor llega.
Desde la Esquina del Convento se ven llegar las interminables filas. Los Hijos
de María acompañan con sus nuevos gorros de verdugo a la Cena. Es a su paso
cuando, en el afán de retratar a un amigo, la cámara captó algo más que un
primer plano, algo más que un músico; captó la esencia de la música y de la
Semana Santa en un rostro acongojado. Sonaba la Caída. Esa persona sabe quién
es, pero no diré nombres. Solo añadiré que una estampa que desde fuera pudiera
parecer chocante, es más profunda que cualquier composición más compleja.
Emoción.
Los
olivos de la Oración y el Prendimiento se balanceaban serenamente en la quietud
abarrotada de las Claras. Llega por fin Nuestro Padre Jesús en su hermoso trono
que tanto le favorece y realza. Unos instantes transcurren entre foto y foto, unos
instantes en que permanezco embelesado en la contemplación de su veraz y bello
rostro. Y es que cuando pasa el Nazareno no importa ni el trono, ni los
anderos, ni los cofrades ni la música. Los sentidos solo son capaces de
centrarse en su figura, desde sus pies descalzos hasta sus sienes dolorosas,
pasando por sus manos atadas y sus ojos paternales y redentores.
Nos
dejaba el final de la noche dos momentos inigualables. Solo los Dormis, con sus
varas repletas de almas, son capaces de bailar al gran paso de la Oración del
Huerto al son del pasodoble al cual, en última instancia, da nombre dicho grupo
escultórico: Los Dormis del Maestro León. La Calle Cartas conoce bien a sus
vecinos, no hay nada que no sean capaces de realizar, tanto emocionar como sorprender.
El otro
momento es la solemne entrada de Nuestro Padre Jesús Nazareno, mi Nazareno como
afectuosamente lo llamo, al son de la nueva marcha “Coronación de Espinas”. La
Plaza Mayor es testigo de lo que puede conseguir la más antigua cofradía de
cuantas desfilan si se lo propone. Fin de la noche, hora de descansar para la
tarde siguiente.
MIERCOLES SANTO: SEMANA SANTA DE CIEZA EN ESTADO PURO.
El
primaveral mediodía da paso a una espléndida tarde. El sol luce sobre las
túnicas de los tercios infantiles de los Dormis, la Samaritana y el Beso de
Judas. Este año, la Cofradía de la Oración del Huerto me ha permitido ser
testigo de distintos momentos que han dejado huella en mis recuerdos de la
mitad de jornadas de esta semana. Esa tarde, fueron los Dormis como pudiera
haber sido cualquier cofradía. En el momento de comenzar los pasacalles, el
portón de la casa morada se abre y los niños, ansiosos, ocupan su lugar en las
varas. Los más pequeños, al verse desbancados por otros mayores bajo el Ángel
de Carrillo (hoy con un Cáliz en la mano), se abalanzan entre risas hacia las
andas de la Unción en Betania. Qué niño no ha hecho eso con cualquier paso,
soñando con crecer y ser andero. Pronto las madres los apartan del trono, pero
ellos ya han conseguido lo que querían: sentirse por un momento anderos.
Increiblemente, los más jóvenes sacan a hombros tres pasos, llevándolos
magníficamente entre bailes y pasodobles. ¿De dónde sacan sus fuerzas?
Probablemente, del mismo sitio que nosotros, de su amor por la Semana Santa, un
amor que en muchos casos se lleva en la sangre y siempre deja un rescoldo.
Cuando
apenas han abandonado la Esquina del Convento, llega el que posiblemente sea mi
momento favorito de todos cuantos nos deja la Semana de Pasión: el traslado de
San Juan, uno de los pocos desfiles que acompaño íntegramente. San Juan, con su
palma al viento y su “hijo”, como me gusta llamar al paso infantil, la balancea
en imitación. Quiere mi memoria recuperar retazos de días en que por mi corta
edad no aguantaba la procesión nocturna y acompañaba junto a mi madre y vestido
con mi túnica negra al blanco rio sanjuanista. Mil vueltas, mil veces cae San
Juan y San Rafael sale presto a su rescate. Grandes y pequeños, padres e hijos
se saludan ante la fachada de la Iglesia en singular cortesía. Suena el Himno y
el Discípulo Amado se recoge. Santa María Magdalena llega alegre por la calle
San Sebastián. En similares términos bailan una Magdalena ante la otra antes de
entrar en la Cochera.
Como
siempre, a prisa y corriendo ceno, me cambio, preparo el oboe, las partituras,
la caña… mil cosas. Aunque, por mucha prisa que me dé, nunca consigo estar
listo para ver salir a la Samaritana. Esta vez con un menester añadido,
imprimir las partituras que faltaban a algunos de mis compañeros de banda de mi
primera marcha: Via-Crucis, obra que sonaría por primera vez esa noche. Alcanzo
la calle precisamente cuando el trono del maestro Solano desfila tras el portal
de mi casa. Comienza la sesión fotográfica.
La
Samaritana siempre sedienta de agua viva en la calle del Cid, Jesús
perennemente ungido en nardos bajo el campanario y prendido en la oscuridad de
la calle San Pedro. Los Azotes salen elegantemente por el arco de medio punto.
Coronado de espinas por la Cofradía de Jesús en Cánovas del Castillo. El Ecce
Homo, inigualable obra de González Moreno, comparece ante nosotros sus
acusadores con su regia figuro. Quizás un murciano trono de salón, realzaría
mucho más su esbelta silueta, sin embargo, bien cierto es lo que un amigo
comentaba: “Ni siquiera me he fijado en el trono”.
Apurando
al máximo la hora, veo salir a la Verónica, compasiva imagen de Sánchez
Araciel, al son de la inconfundible marcha que le dedicó el maestro García
Alcazar. Curioso que antes de empezar a tocar esa noche con la banda ya había
escuchado dos obras de mi director, la ya nombrada Verónica y la dulce y nueva
marcha: “San Juan, el Discípulo Amado”. Hora es ya de recoger el instrumento y
partir hacia la plaza. Aguardando vemos los músicos perderse al Cristo del
Perdón en la Calle del Cid y, tras de él, la delicada Magdalena se desliza
segundos antes de que el Himno rompa el silencio para recibir al faro luminoso.
En pos del Santo Cristo desfilamos tocando Hosanna in Excelsis. La Calle del
Cid fue silencioso testigo de cómo mis intestinos se iban descomponiendo a
medida que se acercaba el corte de la caja dando inicio a las lacerantes
trompetas que abren “Via-Crucis, del Pretorio al Sepulcro”, mi primera marcha.
Nunca podré agradecer lo suficiente a mi maestro el que me permitiera escuchar
y tocar en procesión hasta cuatro veces ese primer intento de un compositor
cofrade. Junto a la del Cid destacan Cadenas esa misma noche, Angostos el
Viernes en la Mañana y San Sebastián por la noche. Seriedad y jolgorio a partes
iguales mostramos los músicos, profesionalidad al tocar y de cara al público;
para nosotros y entre susurros disimulados, conversaciones de toda índole.
Después de tantos años acompañando al Santo Cristo, a pocos ya sean cofrades,
músicos o espectadores, les queda alguna duda de que marcha va cuando la calle
Diego Tortosa se convierte en un recuerdo bajo nuestros pies. Es el momento de
“El Prendimiento”. Encerrado el Cristo, a la carrera cambio de nuevo música por
fotos para inmortalizar el cierre de esa noche con la recogida de la Dolorosa.
No hay más que hablar sobre el Miércoles Santo, enlazado ya con el Jueves del
Amor Fraterno. Llegamos ahora al ecuador de la Semana más grande, y más corta
de todo el año. Sobrehumanos esfuerzos hemos de hacer para no pensar que casi se
ha acabado y que aún nos queda lo mejor.
JUEVES SANTO: FLOR, INCIENSO Y ORACIÓN.
Mis
recuerdos del Jueves Santo, curiosamente, están todos envueltos en una mística
neblina con olor a incienso. El Convento, se perfuma y se difumina
meticulosamente esa tarde para celebrar la Cena del Señor. Acabados ya los
Oficios y Cristo en vela reservado en el Sagrario, con una torta en una mano y
la cámara en otra aguardo pacientemente a que las interminables filas de
manolas atraigan a la Virgen de apariencia más andaluza de Cieza, pero con su
florido sello ciezano. Relajadamente va tintineando el palio, marcialmente la
escoltan unos militares invitados este año. Dulcemente llora y dulcemente
camina Ntra. Sra. de Gracia y Esperanza. Bandurrias, laudes y guitarras acompañan
a la voz humana al llegar a la Esquina del Convento. Callejuela de la O le
cantan. Los anderos acompasan el mecer del plateado trono a la delicada melodía,
una versión de la conocida pieza que encaja mejor que en banda de música. Más
gente no puede haber en la calle Diego Tortosa para ver entrar a su Virgen, a
su Madre, a su Esperanza.
Eres tú, Madre de madres amada,
Madreselva y señora de verde anhelo;
Paz en la tierra, fe que de los cielos
Mana en torrente con tu mirada.
Eres pues, Madre mía adorada,
Cuna de vida, árbol de consuelo,
Y quisiera yo levantar el vuelo
A tus brazos de ave esperanzada.
Esperanza en luz me ilumina
Fe e ilusión en mis largos días
Caridad de Pasión mi alma camina
Esmeralda en la aurora me guía
De ciegos pasos hacia tu estima
Con amor, tu Gracia, hacia la vida.
Soneto a Ntra. Sra. de Gracia y Esperanza
A Cieza por su Semana Santa
Antonio Jesús Hernández
18/12/2014
Cuando el tintineo de las campanillas del palio se pierde en la quietud, la noche comienza, una noche que siempre es especial, la Noche de las noches. Jesús Sacramentado revive su noche de agonía en el monumento. Y es precisamente la Agonía de Jesús centro de la vida y monumento de la luz en esa noche. Por primera vez observo desde fuera de la Iglesia cómo se apagan las luces cuando el reloj se acerca a las doce. Las campanadas resuenan firmes bajo la luz de una clara y plena luna. Desbordan las escaleras nazarenos de negrura penitente, con una vela en su mano en símbolo de su alma orante. El retumbar del tambor sordo se va acercando y el resplandor de los débiles focos del trono va ganando terreno en el Arco. Se acalla todo murmullo ante la imagen del Cristo de la Agonía. Silencio bajo la luna. Un poema y una saeta. Una cruz perdiéndose con la estrechez de la calle del Cid.
Me
encamino entonces hacia la Esquina del Convento. Un momento de oración me
permite la procesión y la música. Cada instante mi mente refleja mil y un
aspectos que pueden entorpecer la realización de un proyecto que creció esa
misma noche, del recogimiento de Cadenas pasó a la magnitud de Mesones. El
Adagio del Concierto para oboe en Do Menor de Marcello fue mi oración, junto a
una voz lírica y susurrante que otorgó el don de la palabra al sentir que ambos
teníamos. Siento flaquear fuerzas cuando desde el balcón las filas atraen al Cristo.
La luminosidad de su imagen junto a mi predilecta Aria de Bach eliminaron tal
debilidad. Queda guardado en un lugar especial de mis recuerdos ese momento de
música y poesía como medio de oración.
Las Claras
y el Barco, preludio de la llegada a la Plaza Mayor, deleitan a mis ojos y
emocionan a mi corazón. Finalmente, el Stmo. Cristo de la Agonía levita
inalterable hacia el marmóreo suelo de la capilla. Los penitentes arrodillados,
aunque no lo muestren, sé que derraman mil lágrimas que se entrelazan con la
cera y alfombran el paso de su Señor. La última oración que se canta esa noche
llega cuando el crucificado entra en su capilla y descansa por fin entre sus
mármoles.
Te espero, como cada año
Con un nuevo Jueves Santo para regalarte,
como siempre te he esperado, te espero
Y te esperaré
Y cuando la oscuridad muera
Y en tus mármoles reposes
Acuérdate de mí
En tu paraíso, en tu amor
En tu nombre
¡Mi Cristo de la Agonía!
A mi Cristo de la Agonía
A Cieza por su Semana Santa
Antonio Jesús Hernández
23/04/2014
La noche
termina con una última mirada al Cristo y unos minutos de silencioso descanso y
queda oración ante el Sagrario. Dejemos que las pocas horas nocturnas renueven
las fuerzas para que la mañana señale un nuevo día de Penitencia, el cenit de
la Pasión. Viernes Santo.
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Santa Cena, Procesión del Prendimiento. Martes Santo. |
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Narradores del Acto del Prendimiento. Martes Santo. |
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Oración del Huerto, Procesión del Prendimiento. Martes Santo. |
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D.Antonio Muñoz Catalán pronunciando el Sermón del Prendimiento. Martes Santo. |
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Los Armaos prestos a prender al Nazareno. Martes Santo. |
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El Prendimiento. Procesión del Prendimiento. Martes Santo |
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Ntro. Padre Jesús Nazareno, Procesión del Prendimiento. Martes Santo. |
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Ntro. Padre Jesús Nazareno, Procesión del Prendimiento. Martes Santo. |
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Tercio Infantil de los Dormis. Miércoles Santo. |
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Tercio Infantil de la Samaritana. Miércoles Santo. |
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Cielos despejados el Miércoles Santo por la tarde. |
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Tercio Infantil del Beso de Judas. Miércoles Santo. |
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Guión de San Juan. Miércoles Santo. |
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Tercio Infantil de San Juan. Miércoles Santo. |
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San Juan con los cielos despejados la tarde de Miércoles Santo. |
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San Juan. Miércoles Santo. |
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Tercio Infantil de la Magdalena. Miércoles Santo. |
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Santa María Magdalena. Miércoles Santo. |
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Santa María Magdalena. Miércoles Santo. |
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Unción en Betania, Procesión General. Miércoles Santo. |
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Stmo. Cristo del Consuelo, Procesión General. Miércoles Santo. |
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El Prendimiento (Detalle), Procesión General. Miércoles Santo. |
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La OJE tras San Pedro, Procesión General. Miércoles Santo. |
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Coronación de Espinas, Procesión General. Miércoles Santo. |
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Salida de la Flagelación, Procesión General. Miércoles Santo. |
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Ecce Homo, Procesión General. Miércoles Santo. |
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Stma. Virgen de los Dolores, Procesión General. Miércoles Santo. |
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Procesión de los Hijos de María, Jueves Santo. |
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Manto de Flores, Procesión de los Hijos de María, Jueves Santo. |
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Ntra. Sra. de Gracia y Esperanza, Procesión de los Hijos de María, Jueves Santo. |
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Salida de la Procesión del Silencio. Jueves Santo. |
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Nazarenos del Stmo. Cristo de la Agonía, Procesión del Silencio. Jueves Santo. |
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Stmo. Cristo de la Agonía, Procesión del Silencio. Jueves Santo. |
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