(Domingo 7 de Octubre, 18h, Basílica de Ntra. Sra. de la Asunción)
¿Te has dado cuenta, Padre, de lo rápido que corre el tiempo? Parece que fue ayer que te pusimos sobre ese trono, en este apartado rinconcito de la iglesia... y ya ha pasado toda una semana. Parece que fue ayer que te colocamos la Cruz... mientras colocaban el Monumento para los oficios de la tarde, igual que parece que no ha pasado tanto desde que mi padre me puso por primera vez sobre tus varas para ver salir desde tu privilegiada posición el Silencio. Cómo pasa el tiempo. Recuerdo que, hace más de un año, esperaba con impaciencia que llegara el día de ayer, y hoy quisiera volver a un año atrás con tal de que no se hubiera terminado. Tú lo sabes mejor que nadie, Padre, que a tus hijos, lo que de verdad nos gusta son las vísperas, las esperas; que preferimos estar contando atrás eternamente a que el reloj se pare y los sueños se nos disuelvan en un suspiro. Por eso disfrutamos tanto en recrearnos por las naves de tu Casa, o nos encanta tanto colarnos a cada oportunidad en nuestra Cochera, que siempre será "la cochera" para nosotros. Nos encanta esos días de llegar corriendo de la rutina y ayudar a repartir túnicas, limpiar báculos y tronos, poner velas y preparar cada detalle para la Procesión. Se que es Octubre y que chirrian estas palabras en ésta época del año, pero tras lo vivido en estas últimas semanas, en especial la última, mi cabeza está viviendo en sueños de abril y padece de nostalgias de pasión, porque el otoño se me ha transformado en Cuaresma... como ocurre cada vez que traspaso las puertas de la Casa de los Santos.

Emocionados, nuestros hermanos cofrades visitantes lucían sus mejores galas tras el estandarte de la JHP, abrian ellos el cortejo, demostrando que la Semana Santa es más un vínculo que una rivalidad entre pueblos. También daba gloria ver a los penitentes de nuestras cofradías, vestidos con su traje de gala, intercalando cirios y báculos, capuces, verdugos, cascos y velos, en una muestra de que nuestra Semana Santa es un mosáico multicolor que se mantiene unido, fuera de rencillas y rivalidades. Así lo demostraban los anderos, que no tenian problema en, una vez más, mezclar colores en las varas para ayudar al Nazareno, porque no era sólo el Nazareno quien salía anoche a la calle, era la Semana Santa de Cieza en pleno apoyando a una de sus más antiguas cofradías, mostrando a los ciezanos que en realidad no hay colores, que la lealtad de los cofrades ciezanos es sólo una.

Cómo no recordar ese momento en que Tú, Señor, pasabas la esquina de la Calle Santo Cristo a los sones de "La Pasión", o no sonreir al darte cuenta de la curiosa situación de ver a la Cofradía del Nazareno observar el manto de la Salomé de frente, cuando normalmente se tienen que girar para ver su bello rostro. y no soltar un suspiro al verla a Ella desfilar tan garbosamente con una Banda de Música, que le favorece tanto como la corneta realza la fuerza del paso de la Coronación. Y era imposible no fijarse en los rostros de los niños y verse reflejados en ellos, pues una vez fuimos así. Al verte, Señor, conseguías lo que nuestras madres nunca lograron, que nos calláramos y nos quedáramos envelesados en tu imagen. En los relucientes ojos ilusionados de los más pequeños es dónde estaba el triunfo más grande de esa noche.
Se nos iba haciendo corta la procesión. Al ver entrar a la Coronación, sentía una punzada de dolor en el pecho, y las lágrimas se me escapaban irremediablemente de los ojos al ver entrar a la Salomé, envuelta en el recogimiento del Santo Entierro mientras sonaba "La Cruz de Doble Brazo". Y la emoción me embargaba al escuchar el estreno de mi "María Salomé, Luz en el Luto", que tan primorosamente interpretó la Medina en la Calle del Barco, dónde volvieron a rendirte honores, como hacen cada Martes Santo, pero esta vez con la histórica estampa de verte a Ti, de noche, con tu Cruz y atravesando la árdua estrechez de la Calle de la Hoz.
Y ahora he vuelto aquí, Señor, a sentarme junto a Ti en este banco, a recordar contigo todo lo que por y para Ti hemos vivido estos días. He venido a darte gracias por todo ello, que no terminará hasta que volvamos a reunirnos para devolverte a tu capilla, dónde aguardarás a la primavera. He vuelto a tus plantas, en fin, a darme cuenta de que Cieza por Ti es Nazarena, y ese legado te lo agradecían en esa noche que era para Tí y para nosotros, tus hijos cofrades, hasta el punto de llenar de nuevo la Plaza Mayor para despedirte frente al pórtico de la Gloria y para decirte, como yo te digo ahora, que siempre estaremos esperando a que sea Martes Santo para, cual Armaos, rendirnos a tus pies, Nazareno.
REPORTAJE DE LA PROCESIÓN EXTRAORDINARIA
325 ANIVERSARIO DE LA REAL COFRADÍA DE JESÚS
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